Es inspirador observar a un líder motivar a quienes le siguen, aumentándoles con su sabiduría. Es mucho más inspirador, observar a un líder aplicar su sabiduría en alguna situación de su vida personal.
Pero, ¿qué sucede cuando el líder no aplica su sabiduría en situaciones propias? Con frecuencia, es criticado y va perdiendo credibilidad. ¡No tiene por qué dejar de ser inspirador! Porque sus sabias palabras pueden aliviarte, pueden ayudarte a lograr tus objetivos. Tu evolución y aprendizaje son independientes a los de él, por tanto, si quien te dirige palabras de sabiduría no predica con el ejemplo, no significa que no puedas tomar dichas palabras en tu beneficio.
Es frecuente encontrar estas situaciones en el círculo familiar, en el trabajo, en la iglesia, en la universidad y escuela o en cualquier situación en la que haya alguien a cargo de otras personas. O también entre amigos, cuando alguien trata de sugerirle a otro algo para solventar un asunto.
En El Libro Tibetano de la Vida y Muerte de Sogyal Rinpoché, encontramos estas palabras de Buda:
Confía en el mensaje del maestro, no en su personalidad;
confía en el sentido, no sólo en las palabras;
confía en el sentido real, no en el provisional;
confía en tu mente de sabiduría, no en tu mente ordinaria y crítica.
En lo personal, esta cita (conocida como las Cuatro Confianzas) es muy poderosa. Considero como palabras claves de peso: mensaje, maestro, sentido, mente y sabiduría. El maestro y la mente son los actores, el mensaje y la sabiduría son los hechos, el sentido es como el camino. El mayor peso recae en la mente, mente real, ahí nace la sabiduría expuesta por nuestros maestros, quienes nos expresan el mensaje que debemos tomar con el sentido real.
Sin embargo, hay otras palabras claves que tienen también mucho peso que no se pueden pasar por alto y son las que equilibran el mensaje de Buda: personalidad, sentido provisional, mente ordinaria y crítica. La mente ordinaria y crítica nos hace darle un sentido provisional o significado superficial del mensaje y que en muchos casos esta mente nos hace juzgar la personalidad de los demás, desacreditando las sabiduría que pueda tener.
Dirige tu atención a tu interior, a tu mente real que es limpia y sabia, ella sabrá escuchar y te indicará lo que debes retener para ti y no juzgará sus actos de quien te habla. Así que agradece a alguien cuando te de palabras de motivación, cuando sus palabras quieran aliviarte, quieran ayudarte, porque esa persona pude ser un enviado de Dios. Cuando necesites palabras de fortaleza no esperes a que Dios "baje del cielo para decírtelas", Él te habla en las personas y de muchas otras formas.
Ante todo, predicar con el ejemplo, es una muestra máxima de sabiduría, es un estado de perfecto equilibrio entre mente, cuerpo y alma. Independientemente si los demás lo hacen o no, si tu jefe lo hace o no, si tu profesor, tu padre, el sacerdote o si tus amigos lo hacen o no, escúchalos y escucha el llamado desde de tu interior para confíes en el sentido real del mensaje y ¡actúes en grande!
Sin embargo, hay otras palabras claves que tienen también mucho peso que no se pueden pasar por alto y son las que equilibran el mensaje de Buda: personalidad, sentido provisional, mente ordinaria y crítica. La mente ordinaria y crítica nos hace darle un sentido provisional o significado superficial del mensaje y que en muchos casos esta mente nos hace juzgar la personalidad de los demás, desacreditando las sabiduría que pueda tener.
Dirige tu atención a tu interior, a tu mente real que es limpia y sabia, ella sabrá escuchar y te indicará lo que debes retener para ti y no juzgará sus actos de quien te habla. Así que agradece a alguien cuando te de palabras de motivación, cuando sus palabras quieran aliviarte, quieran ayudarte, porque esa persona pude ser un enviado de Dios. Cuando necesites palabras de fortaleza no esperes a que Dios "baje del cielo para decírtelas", Él te habla en las personas y de muchas otras formas.
Ante todo, predicar con el ejemplo, es una muestra máxima de sabiduría, es un estado de perfecto equilibrio entre mente, cuerpo y alma. Independientemente si los demás lo hacen o no, si tu jefe lo hace o no, si tu profesor, tu padre, el sacerdote o si tus amigos lo hacen o no, escúchalos y escucha el llamado desde de tu interior para confíes en el sentido real del mensaje y ¡actúes en grande!
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