30 mayo 2015

¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?

La vida es cambio, pero los seres humanos tendemos a aferrarnos a lo cómodo y conocido, y también a resistirnos a las dificultades e inconveniencias. Hay variedad de razones para no asumir cambios:

Miedo. Estamos biológicamente programados para temer lo desconocido y los riesgos. Por eso muchos queremos trabajos de oficina de 9 a 5 mientras soñamos algo mejor. Quizá por eso muchos se casan o permanecen casados. Buscamos sentirnos más seguros. Tomar riesgos implica incertidumbre. Mejor quedarse con algo conocido que arriesgarse al fracaso, al desengaño o al bochorno público.

Deseos de encajar. Todos necesitamos ser parte de algo mas amplio. Nos amoldamos a los modelos de belleza,  de estatus, de diversión de nuestros grupos sociales. Tememos ser rechazados o marginados. Queremos gustar a otros, y muchas veces el camino más fácil es seguir al rebaño -no ser innovador ni iconoclasta.

Pereza. Confieso que aquí tengo un punto débil. Hace un tiempo me regalaron un cepillo eléctrico, y me llevó un par de meses hasta que lo incorporé en mi rutina dejando el otro cepillo. Y cuando se requiere esfuerzo prolongado, más difícil es cambiar hábitos. Mucha gente se apunta al gimnasio o clases de inglés, y con el tiempo lo van dejando.

Costes de transición. Esto se solapa con la pereza, pues muchas veces el coste de cambiar, hace que no merezca la pena, aunque sea para mejor. Uno tiende a renunciar a un nuevo trabajo mejor pagado y más agradable, si no se pueden asumir los inconvenientes asociados con mudarse a otra parte del mundo con toda la familia. O podemos desanimar a un familiar que quiera cambiar de profesión por los mismos motivos.

Complacencia. No es lo mismo que la pereza. Se relaciona con el orgullo, es una satisfacción no cuestionada con uno mismo y los propios logros. Muchos, una vez alcanzada cierta edad,  nos jactamos de lo conseguido hasta el momento y no queremos ir más allá, saliendo de nuestras zonas de confort. Personas que han invertido tiempo y dinero en su educación y han conseguido cierto estatus y prestigio en su carrera, se resistirán a dejar su situación, aunque ya no les llene.

Costes ocultos. Es un concepto de economía. Cuando se hacen planes y se ponen en práctica, se incurre en gastos. Tendemos a tener en cuenta estos costes ocultos para tomar decisiones futuras, incluso cuando no deberíamos. Si pago 10 euros por una entrada de cine, tenderé a ver la película incluso si surge un modo mejor de pasar la tarde, pues no quiero desperdiciar los 10 euros. Esto es irracional porque los 10 euros ya han sido gastados y uno debería hacer lo que crea mejor o más útil.

Nostalgia. El pasado se suele considerar mejor. Anhelamos  tiempos en que eramos jóvenes y teníamos experiencias nuevas e intensas. Las investigaciones muestran que la mayor parte de las personas prefiere seguir escuchando la música que era más popular en su adolescencia. En general queremos que sigan las cosas de modo parecido, o al menos que no cambien demasiado.

Para crecer necesitamos conocernos,  aprender a descubrir nuestras necesidades más auténticas y profundas, y en base a ello crear una motivación adecuada para ampliar nuestra zona de confort.

Autor: Agustín Prieta
Seguir leyendo »

31 agosto 2014

Destruyendo a nuestros enemigos

En el mundo ideal, ese que algunos llamarían paraíso, o Edén, o Cielo, o nirvana ,o Aaru o incluso elíseo, en ese mundo donde no habrían guerras, y por lo tanto, tampoco enemigos, todos disfrutaríamos la vida tal cual es y para disfrutarla tendríamos que compartir y ayudarnos mutuamente, de manera más sencilla: amarnos los unos a los otros.
Sin embargo, en, el que podemos llamar, mundo real, la cosa pinta diferente porque compartir y ayudar no parecen ser parte de las actividades diarias, sustituidas por una sola, trabajar por dinero, y este trabajo nos ha llevado a compartir y ayudar solo a aquellos que están en nuestro círculo familiar. Y todo aquel que no comparta con nosotros o nos ayude en algo, podría convertirse en nuestro enemigo.
Pero, ¿Acaso no destruimos a nuestros enemigos cuando los hacemos amigos nuestros?, dijo Lincoln. Ahí reluce la clave.
En el mundo ideal, la amistad es la conexión más poderosa para que la vida sea vida y que sintamos que todo lo podemos lograr, así mismo, justo como lo cantaron aquellos tipos de Liverpool, que ante cualquier dificultad me las arreglaré con poco de ayuda de mis amigos, o más simple, porque todo lo que necesitas es amor.
Seguir leyendo »

31 julio 2014

Sin temores

A secas el temor, el miedo y la angustia son sinónimos, ambas palabras identifican a la perturbación del ánimo provocada por el riesgo o daño que esté ocurriendo o pueda recurrir y en otros casos también puede deberse a hechos del pasado.
Sea cual fuera el caso, el temor es producto del pensamiento y a partir de ello se genera una serie de procesos químicos en nuestro organismo que cohíbe nuestra atención y perjudica nuestra salud emocional y física. Es evidente que una persona invadida del temor coarta su propia libertad, porque disminuye la capacidad de pensar y de actuar con inteligencia.
Claramente dicho por Horacio, «Quien vive temeroso, no será nunca libre». Y aquí es donde podemos adentrarnos en terreno pantanoso, algunas religiones provocan ese temor que limita la capacidad de razonamiento en los seres humanos, provocando así algo que podríamos llamar «esclavitud espiritual», infundiendo el llamado temor de Dios, ese ser que es pintado todo amor pero que al mismo tiempo debe temérsele, será cuestión de palabras, más el amor debería ser correspondido con amor y no con temor. Pero en ese campo todo se basa en, como dijo Poncio Pilato, «quod scripsi, scripsi» y no hay más que añadir.
Sin embargo, aquellos que se han atrevido a ir más allá, a hacer volar su pensamiento por los paisajes más maravillosos del librepensamiento, son los que han hecho evolucionar nuestro planeta y después de todo, es de donde también, a veces sin ellos saberlo, los religiosos se sirven.
Seguir leyendo »

Entradas relacionadas con miniaturas