26 enero 2011

La procesión de los meses.

Enero, febrero... noviembre, diciembre, ¡feliz año nuevo!, enero, febrero...

Órbitas muy bien definidas.
Mientras la Tierra danza frente al Sol, rodeándole, unidos por una fuerza inagotable, cada habitante de ese planeta azul llamado Tierra, es rodeado por sus pensamientos danzantes, parte de ellos son sus deseos, más sin embargo, éstos no son necesariamente metas concretas. Hay un conflicto evidente entre nuestros deseos y las metas.

Mientras los terrícolas caminamos hacia todas direcciones en un aparente caos, la Tierra tiene movimientos específicos, hay una fuerza de atracción suficientemente grande que le dibuja una órbita al rededor del sol, repitiendo este proceso indefinidamente. Y nosotros, los habitantes, vivimos cada uno en su órbita, las cuales lastimosamente, no tienen una fuerza definida que les dé forma para llegar a una meta concreta.

Los cambios son importantes cuando se ejecutan para mejorar, y como los seres humanos no somos planetas, podemos cambiar nuestras órbitas a nuestro antojo, pero insisto, solo si esos cambios son para ayudarnos a marcar un sendero que nos lleve a conquistar nuestras metas, las cuales, más que simples deseos, son sueños bien definidos con el propósito inherente de ser alcanzados.


La escala del tiempo.
Existe un factor que engaña la precepción de ubicación de las metas en el tiempo, es su escala o manera de medirlo. En la actualidad, la medición del tiempo está dado en porciones pequeñas: segundos, días, semanas, etcétera; escalas medianas que en el mundo occidental son los meses, bimestres, trimestres, semestres y años; y escalas mayores que son los lustros, décadas, siglos, etc. El peor error después de conocer cuál es nuestro propósito principal en la vida, es creer que tenemos toda la vida para realizarlo, pero... ¿qué es toda la vida? Necesitamos ubicarlo en la escala de tiempo y decir: "mi propósito de vida debe ser alcanzado a la edad de treinta años", por ejemplo. Cada meta es diferente y depende de un gran número de variables para ser alcanzada, debemos por lo tanto aprender a asignarle un tiempo a cada uno de nuestros proyectos.

El error de posponer nuestras actividades es otro muy común. Iniciamos cada año imaginando un sin fin de objetivos que quisiéramos ejecutar antes del próximo diciembre, y como no les asignamos un tiempo, a medida que pasan los meses los aplazamos. Cuando llegamos a la mitad del año nos asustamos de lo rápido que pasa el tiempo, más sin embargo decimos: "aún tengo todo el resto del año para realizarlo". Y así se pasan los meses y llegamos al fin del año repitiendo la misma historia.

Un tiempo para cada actividad y para cada actividad un tiempo.
Dedica un tiempo para hacer planes: establecer proyectos con sus objetivos y el período en que se van a realizar. Cuando un proyecto es muy grande se debe segmentar para asignarle tiempos más cortos a fin de evaluar los resultados y conocer si debemos acelerar el paso o recurrir a otros medios para cumplir nuestro propósito final.

En conclusión, debemos tomar un tiempo para planear nuestras actividades y asignarles el tiempo que tomará realizarlas, para que así no nos dejemos arrastrar por la procesión de los meses y solo veamos a otros triunfar.
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