26 abril 2009

Dianita en la ciudad

Dianita fantasea correr por el campo, disfrutar del aire fresco. Saltar entre la hierba y no temer a que el filo de la maleza hiera su tersa piel... Ella hecha a volar su imaginación desde la ventana del apartamento que su madre alquila, en el séptimo piso de uno de los edificios de la periferia de la capital. Cuando sale de su imaginación, nota que la lluvia ha arreciado, es de noche y ve las luces de la capital deseando estar en el campo contemplando las estrellas, después de unos días en la ciudad siente que ha perdido todo su espíritu contemplativo. Ha sido muy difícil para ella entender por qué tuvo que dejar el campo.

—Allá era muy feliz —le replicaba a su madre.

"Yo no quiero estar aquí", se decía a sí misma una y otra vez. Su madre siempre amorosa, la cogía entre sus brazos y le explicaba las dificultades por las que estaban pasando, que también le gustaba el campo, pero que ya no podían estar allí por la situación económica en que habían quedado luego de la separación de su padre, le instaba a que debía hacer nuevas amistades y aprender a aceptar las cosas como son con la misma felicidad con la que le caracterizaba en el campo.
Esa noche, Dianita se arropó muy bien para olvidarse del frío que atisbaba desde fuera y procuró dormir lo más placenteramente posible. No pasó mucho tiempo desde que se metió en la cama y se quedó en un profundo sueño. Esa noche soñó con el hermoso ángel que se le había presentado, también en sueños, cuando vivía aun en el campo.
Soñó que corría por el campo, pero de pronto, se apareció el ángel y con su luz se desvaneció el hermoso paisaje natural, apareciendo en su visión, una enorme ciudad en estado nocturno. Rascacielos en vez de montañas, lámparas en vez de estrellas, el ruido de coches en vez de grillos y ranas, anuncios publicitarios en vez de arbustos... La niña a pesar de ver al resplandeciente ángel, sintió frío, tristeza y temor. Sin embargo, el ángel estiró su brazo derecho y puso su mano extendida suavemente sobre la cabeza de la niña, entonces, ella dejó de sentirse insegura.

—Mi nombre es Luz del Equilibrio, estoy aquí porque tú me has llamado.
—Pero... yo no lo hice —contestó la niña.
—Claro que sí, yo estoy encargado de cuidarte y cada vez que tu esencia se sienta inestable por las emociones de tu cuerpo, ella me llama para ayudarte a equilibrar tu mente, cuerpo y alma —afirmó el ángel con un tono de ternura.

En ese momento Dianita y el ángel se sentaron en una banco de la plaza central de la capital. La niña se dispuso a escucharle con atención y olvidó por completo el ruido de la ciudad de tempranas horas de la noche.

—No me gusta estar en la ciudad y mi madre no me puede llevar de regreso al campo —dijo la niña como prólogo a la explicación del ángel.
—Es por eso que estoy aquí, darte otro punto de vista, porque eres una niña muy despierta y necesitas mantener tu mente abierta —contestó Luz del Equilibrio—. Sabes, hay personas que deben vivir en el campo y otras en la ciudad, algunos se desempeñan como agricultores y otros como abogados, para ponerte un ejemplo preciso. Todos y cada uno de ellos son piezas fundamentales para nuestro universo, no importa dónde estén, no importa lo que parezcan ser, lo que importa es la misión importante que cada uno tiene y que no sería lo mismo si estuvieran en distintos lugares. Tú tienes un motivo de estar ahora en la ciudad, debes aprender a disfrutar de ello y actuar según el momento y las condiciones.

La niña escuchaba con firme atención, el ángel estaba ayudando a mantenerla tranquila y que se quedara en ese estado. Entonces, Luz del Equilibrio continuó con una parte muy importante:

—Tú tienes un propósito de estar aquí ahora y no te voy a decir cuál es. No es porque no quiera, sino porque sencillamente no lo sé, ya que ese propósito será formado por ti misma. Así que no creas que todo lo que va a pasar ya está escrito, como lo han creído muchas personas desde hace miles de años, pueden haber ciertos pronósticos, pero cualquier conjetura está sujeta a cambio. Recuerda lo que te enseñé sobre paz y libertad, así mismo busca la felicidad en tu interior, no importa dónde te encuentres, no importa lo que poseas, estar feliz depende de ti misma. Todo tiene un objetivo, encuentra tu misión.

El ángel se levantó y se puso frente a ella susurrando:

—Observa las señales —dicho esto, le besó su frente y desapareció de su vista junto a la ciudad nocturna y se descubrió sentada sobre una piedra en el campo.

A la mañana siguiente, se despertó sonriente, abrió la ventana y le dio mucho gusto contemplar los primeros rayos solares, en la lejanía escuchó cantar a unos pajaritos, lo que hizo aumentar su sonrisa. Corrió hacia la habitación de su madre, pero la sorprendió en la cocina, se lanzó hacia ella son los brazos abiertos, apretándola con mucha fuerza. La madre se sitió feliz de ver a su hija en ese estado anímico y le dijo:

—Te hice unos panqueques y compré el jarabe de arce que tanto te gusta.
—¡Sí, qué rico!
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19 abril 2009

No dejes de sonreir

La vida está llena de muchas experiencias. Algunas son consideradas como buenas y otras como malas, pero al final de cuentas, son experiencias. No te limites a ver un suceso como malo, porque eso acarrea sentimientos de tristeza, culpabilidad, depresión, preocupación, angustia, incapacidad, baja autoestima..... y ya no quiero seguir, porque la lista aparenta ser muy larga.

Tras de cada hecho hay una moraleja y aunque no lo creas, siempre la hay. A veces es difícil conocer cuál es la enseñanza, pueden pasar hasta años para que descubras qué tenías que aprender de cierto suceso. No por eso vas a estar desatento y vas cruzar los brazos esperando a que el conocimiento sea revelado. Tienes que tratar de entender y asumir lo sucedido para aprender, aunque no entiendas muy bien los porqués, siempre hay algo que aprender, no importa que sea algo que consideres como un aprendizaje superficial, ésto podría atraerte más eventos de aprendizaje que serán más enriquecedores y placenteros.

No camines cabizbajo cuando te sientas agobiado por algo. En su lugar, levanta tu cara, mantén una sonrisa y actúa para mejorar la situación y si crees que estás ajeno a hacer algo, ya sea por la distancia, o porque es algo que le está sucediendo a un amigo y crees que no es de tu incumbencia actuar, o por lo que sea, siempre te queda un arma poderosa: la meditación. Envía buena vibra a tu alrededor, atrae la energía que tu prójimo necesita, envíala desinteresadamente a través del amor. El amor es capaz de quitar el agobio.

Recuerda:
  • Todas las cosas pasan por una razón.
  • Al mal tiempo, buena cara.
  • No hay mal que dure cien años...
  • Después de la tormenta, viene la calma.

Pase lo que pase, no dejes de sonreír, no importa si lo demás te consideran raro porque te tomaste a bien algo que para ellos es nefasto, ruega porque algún día entiendan el poder que tiene vivir en actitud positiva. Y si consideras que hay situaciones en las que no puedes mostrar una sonrisa, al menos sonríe en tu interior, porque no hay pérdidas, la vida está llena de ganancias, si tú así lo deseas.

Me gustaría extenderme más con este tema, hay muchos puntos por reflexionar; pero de momento lo dejaré hasta aquí, esperando que la inteligencia universal me permita continuarlo en el futuro.
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12 abril 2009

Predicar con el ejemplo

Es inspirador observar a un líder motivar a quienes le siguen, aumentándoles con su sabiduría. Es mucho más inspirador, observar a un líder aplicar su sabiduría en alguna situación de su vida personal.

Pero, ¿qué sucede cuando el líder no aplica su sabiduría en situaciones propias? Con frecuencia, es criticado y va perdiendo credibilidad. ¡No tiene por qué dejar de ser inspirador! Porque sus sabias palabras pueden aliviarte, pueden ayudarte a lograr tus objetivos. Tu evolución y aprendizaje son independientes a los de él, por tanto, si quien te dirige palabras de sabiduría no predica con el ejemplo, no significa que no puedas tomar dichas palabras en tu beneficio.

Es frecuente encontrar estas situaciones en el círculo familiar, en el trabajo, en la iglesia, en la universidad y escuela o en cualquier situación en la que haya alguien a cargo de otras personas. O también entre amigos, cuando alguien trata de sugerirle a otro algo para solventar un asunto.

En El Libro Tibetano de la Vida y Muerte de Sogyal Rinpoché, encontramos estas palabras de Buda:
Confía en el mensaje del maestro, no en su personalidad;
confía en el sentido, no sólo en las palabras;
confía en el sentido real, no en el provisional;
confía en tu mente de sabiduría, no en tu mente ordinaria y crítica.
En lo personal, esta cita (conocida como las Cuatro Confianzas) es muy poderosa. Considero como palabras claves de peso: mensaje, maestro, sentido, mente y sabiduría. El maestro y la mente son los actores, el mensaje y la sabiduría son los hechos, el sentido es como el camino. El mayor peso recae en la mente, mente real, ahí nace la sabiduría expuesta por nuestros maestros, quienes nos expresan el mensaje que debemos tomar con el sentido real.

Sin embargo, hay otras palabras claves que tienen también mucho peso que no se pueden pasar por alto y son las que equilibran el mensaje de Buda: personalidad, sentido provisional, mente ordinaria y crítica. La mente ordinaria y crítica nos hace darle un sentido provisional o significado superficial del mensaje y que en muchos casos esta mente nos hace juzgar la personalidad de los demás, desacreditando las sabiduría que pueda tener.

Dirige tu atención a tu interior, a tu mente real que es limpia y sabia, ella sabrá escuchar y te indicará lo que debes retener para ti y no juzgará sus actos de quien te habla. Así que agradece a alguien cuando te de palabras de motivación, cuando sus palabras quieran aliviarte, quieran ayudarte, porque esa persona pude ser un enviado de Dios. Cuando necesites palabras de fortaleza no esperes a que Dios "baje del cielo para decírtelas", Él te habla en las personas y de muchas otras formas.

Ante todo, predicar con el ejemplo, es una muestra máxima de sabiduría, es un estado de perfecto equilibrio entre mente, cuerpo y alma. Independientemente si los demás lo hacen o no, si tu jefe lo hace o no, si tu profesor, tu padre, el sacerdote o si tus amigos lo hacen o no, escúchalos y escucha el llamado desde de tu interior para confíes en el sentido real del mensaje y ¡actúes en grande!
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