¿Cuántas veces hemos estado pendientes de lo que los otros hacen? ¿Cuántas veces hemos preferido observar y soñar con el éxito de otro porque no tenemos el valor para forjar el nuestro? ¿Cuántas veces permitimos que otros manejen nuestras vidas? Lamentablemente la sociedad ha sido educada para que las respuestas a estas preguntas sean de la talla de "muchas veces" o "todo el tiempo".
No es difícil estar en el círculo de las intenciones que pueden impulsarnos a caminar en el sendero que nos lleva a nuestros sueños y luego por no creer que somos capaces de enfrentar los obstáculos que se presentan en ese camino, optamos por la retirada, viendo cómo los que sí han tenido el coraje disfrutan de sus logros.
Otras veces, existe la tendencia a intentar caminar hacia el éxito esperando a que otros sean los que superen los obstáculos por nosotros. En realidad los obstáculos están allí para hacernos aprender, para darnos alguna lección. Somos nosotros mismos quienes debemos enfrentarlos porque son una especie de prueba que nos proporciona conocimiento. Respecto a esto, he llegado a la misma conclusión que otros autores: sé el héroe de tu propia vida.
Además, en medio de tanto entretenimiento, se presenta otro caso en el que hacemos de lado nuestro sueños por satisfacciones pasajeras, y vertimos nuestra atención a lo que los otros hacen. El caso más común que he podido observar (a veces por experiencia propia) es que algunos personas prefieren ver un partido de fútbol o un programa de televisión, cuando deberían hacer otra actividad mucho más importante. Referente a esto, ofrezco la siguiente reflexión: Es mejor ser protagonista de nuestra propia vida que ser espectador de la vida de otros.
Lo más lamentable es cuando permitimos que otros decidan por nosotros, cuando dejamos nuestro puesto natural de protagonista a otra persona. Supongo que son pocos quienes permiten que esto suceda, ya que la mayoría posee un ego muy grande (reflexionaré sobre el ego en otro artículo).
Así que si estamos perdiendo nuestro tiempo, esperando a que otros hagan el trabajo que nos compete hacer o limitándonos a observar cómo otros son exitosos, es tiempo de cambiar, tomar en este mismo instante las riendas de nuestra vida para conducirla en la dirección de nuestros deseos más importantes, aquellos que cumplen con el propósito de nuestra vida.
Otras veces, existe la tendencia a intentar caminar hacia el éxito esperando a que otros sean los que superen los obstáculos por nosotros. En realidad los obstáculos están allí para hacernos aprender, para darnos alguna lección. Somos nosotros mismos quienes debemos enfrentarlos porque son una especie de prueba que nos proporciona conocimiento. Respecto a esto, he llegado a la misma conclusión que otros autores: sé el héroe de tu propia vida.
Además, en medio de tanto entretenimiento, se presenta otro caso en el que hacemos de lado nuestro sueños por satisfacciones pasajeras, y vertimos nuestra atención a lo que los otros hacen. El caso más común que he podido observar (a veces por experiencia propia) es que algunos personas prefieren ver un partido de fútbol o un programa de televisión, cuando deberían hacer otra actividad mucho más importante. Referente a esto, ofrezco la siguiente reflexión: Es mejor ser protagonista de nuestra propia vida que ser espectador de la vida de otros.
Lo más lamentable es cuando permitimos que otros decidan por nosotros, cuando dejamos nuestro puesto natural de protagonista a otra persona. Supongo que son pocos quienes permiten que esto suceda, ya que la mayoría posee un ego muy grande (reflexionaré sobre el ego en otro artículo).
Así que si estamos perdiendo nuestro tiempo, esperando a que otros hagan el trabajo que nos compete hacer o limitándonos a observar cómo otros son exitosos, es tiempo de cambiar, tomar en este mismo instante las riendas de nuestra vida para conducirla en la dirección de nuestros deseos más importantes, aquellos que cumplen con el propósito de nuestra vida.